Como ministro itinerante y evangelista en el siglo 19 en América, Amanda Berry Smith tenía tres obstáculos en su contra. Era mujer, no tenía estudios y era de raza negra.
Nacida como esclava y la mayor de 13 niños, Smith predicaba regularmente en las iglesias Metodistas Africanas Episcopales del Noreste a sus 30 años, a pesar de que ninguna denominación religiosa de la época apoyaba a las mujeres ministras. Para poder ganarse el sustento, trabajaba 20 horas en doble turno lavando trastos.
Smith también predicó en los campamentos metodistas de la costa este, y por ser de color, era discriminada, ridiculizada y vista como una curiosidad. ” A veces cuando entraba en una carpa,” escribió Amanda, “los que me veían (los blancos) decían: ¡Oh miren, es la mujer de color!”.
A pesar de los abusos diarios y la humillación que enfrentó, Smith se mantenía enfocada en su misión, traer a las personas a Cristo, aún a sus perseguidores. ” Señor,” oraba diariamente, “ayuda a la gente a ver.”
Editado y Resubido Por:
Cristian E. Gallardo San Martín
Ministerio Micreasol
Valparaiso Chile
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